Historia y eventos

Desde el inicio de todo hasta la última batalla sufrida. En este apartado podrás ver todo aquello perteneciente al lore que te quedaste con ganas de leer en las novelas, y que no se pudo incorporar para no interrumpir el ritmo. Si te interesa algo en concreto no dudes en ponerte en contacto conmigo a través del formulario.

El inicio

En los vastos silencios del universo, donde ni la luz osa quedarse, vaga Nora-Soto. No camina, no respira, no habla. Es un libro suspendido en la inmensidad, portador de un poder antiguo y desmedido: capaz de engendrar maravillas que desafían la imaginación, o de desatar una destrucción tan absoluta que borraría incluso el recuerdo de lo que fue. Por eso flota solo, no por castigo, sino por precaución. El equilibrio del todo depende de su silencio.

El interior

Dentro de sus páginas selladas, Nora-Soto contiene lo incontenible. En su núcleo habitan dos diosas: Arcus, la luz que todo sana y Artemisa, la sombra que todo corrompe. Fuerzas opuestas, eternamente enfrentadas, atrapadas en un equilibrio frágil. Cada hoja del libro es un campo de batalla donde sus voluntades chocan sin cesar y solo el poder de Nora-Soto logra contenerlas. Mientras permanezcan encerradas, el universo respira en paz.

Las diosas buscan ayuda

Agotadas por una lucha eterna en igualdad de condiciones, ellas idearon una nueva estrategia: crear entidades subordinadas que inclinaran la balanza a su favor. Así nacieron los rangos de dioses.
Cada diosa comenzó a engendrar nuevos seres, inferiores en poder pero leales a su causa. Estas entidades se organizaron en una jerarquía descendente, donde Arcus y Artemisa ocupaban el rango supremo. Cuanto más alto el rango, mayor el poder y menor el número de dioses que lo ocupaban. Cuanto más bajo, más numerosos y menos poderosos eran.

Las diosas buscan ayuda

Jerarquía Divina:
Rango Supremo: Arcus y Artemisa, únicas en su nivel.
Rango Alto: Dioses primordiales, creaciones directas de las diosas.
(Vida, destrucción)
Rango Medio: Dioses de dominio específico ( naturaleza, emociones…).
Rango Bajo: Espíritus menores, guardianes, mensajeros y ejecutores.

Este sistema permitió a cada diosa expandir su influencia sin romper el equilibrio absoluto. Pero también sembró las semillas de nuevas guerras, pues los dioses menores comenzaron a tener sus propias ambiciones…

Liberación

Las batallas entre los dioses se volvieron más encarnizadas, más crueles. Ya no eran simples enfrentamientos de poder: eran guerras de ideologías, de ambiciones, de traiciones. Los rangos inferiores, manipulados por sus creadoras, comenzaron a luchar entre sí con una ferocidad que ni Arcus ni Artemisa habían previsto.

Nora-Soto, que durante eras había contenido el conflicto en su interior, comenzó a mostrar fisuras. Las páginas temblaban, los sellos se debilitaban, y el poder acumulado dentro de su prisión se volvió insoportable. Finalmente, con un estallido que sacudió los planos de la existencia, los dioses escaparon al exterior.

Nuevos mundos

Ya libres, los dioses se dispersaron por los mundos, llevando consigo sus guerras y sus influencias. Algunos buscaron refugio, otros dominio. Arcus y Artemisa, aún enfrentadas, ahora luchaban a través de sus legiones, extendiendo su conflicto a cada rincón del universo.

Nora-Soto, ahora vacío y desgarrado, quedó como testigo de lo que fue. Un libro que ya no contiene, sino que recuerda.

Creacion de Idhal

Nora-Soto, en su último acto de trascendencia, no creó un simple guardián… sino un dios supremo. Uno que no se inclinaba ni hacia la luz ni hacia la oscuridad, sino que las contenía ambas en perfecta armonía. Así nació Idhal, el dios del equilibrio.

Su Propósito
Idhal no gobernaba, no imponía. Observaba, intervenía solo cuando el desequilibrio amenazaba con romper el tejido del cosmos.
Era el único capaz de contener a las diosas errantes sin destruirlas, de comprender el caos sin sucumbir a él.

La Dualidad Encarnada
Idhal no era hijo de ningún linaje divino, sino de la memoria misma.
Tenía una gema por corazón que latía con la compasión de la luz y la determinación de la sombra.
Donde otros dioses veían extremos, él veía ciclos, transiciones, balanzas.

El Legado de Nora-Soto
En Idhal vivía la última voluntad de Nora-Soto: que el universo no se partiera por la guerra de extremos, sino que encontrara su centro.
Y así, cada vez que la luz se volvía arrogante o la oscuridad se volvía voraz, Idhal se alzaba… no como juez, sino como espejo.

Los Neutrales de Voluntad

Aunque Idhal era un dios supremo, sabía que el equilibrio no podía sostenerse solo. Las diosas aún contaban con legiones de fieles, devotos que actuaban sin cuestionar. Pero Idhal, con su visión que trascendía la dualidad, vio algo más profundo: no todos los seguidores eran completamente luz o completamente sombra. Algunos eran simplemente obedientes, moldeables según la voluntad que los guiara.
Con un gesto divino, los reclamó como suyos, no por fuerza, sino por propósito.
Así nacieron los Neutrales de la Voluntad, dioses, guerreros, sabios y entes que podían servir a cualquier causa… pero que ahora respondían solo al equilibrio.

Restauración del equilibrio

Idhal logró su propósito… a medias. El conflicto eterno entre Arcus y Artemisa no desapareció, pero encontró un nuevo escenario: un planeta creado por todos los dioses, donde cada uno tenía libertad para moldear razas, culturas, religiones y paisajes según su voluntad. Era un mundo vibrante, diverso, lleno de contrastes. Pero también frágil.

Idhal no lo gobernaba; lo equilibraba. Su tarea no era imponer, sino vigilar que ningún bando dominara por completo. Cuando el poder se inclinaba demasiado hacia la luz o la sombra, él intervenía, restaurando la armonía sin destruir la libertad.
Para cumplir esta misión, Idhal creó a su único dios de rango alto: Tiempo. Igual en jerarquía a Vida y Destrucción, Tiempo era su herramienta más precisa. No tenía juicio ni emoción, solo visión. Veía el pasado, el presente y el futuro como un solo hilo, y por ello Idhal nunca lo cuestionaba. Porque no hay nada más neutral que el tiempo: puede presenciar el instante que da origen a una vida, y el que la extingue y saber lo que repercute en la historia.

Así, el mundo de los dioses, Terraisk, se convirtió en un tablero vivo. Las culturas florecían, las razas se mezclaban, las religiones se enfrentaban y se reconciliaban. Y en el centro de todo, Idhal y Tiempo observaban, ajustaban, preservaban. No para detener el caos, sino para asegurarse de que nunca lo devorara todo, o bajar la intensidad de la luz para que no los cegara.

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